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LA INTOLERANCIA A LA TOLERANCIA
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LA INTOLERANCIA A LA TOLERANCIA
LA INTOLERANCIA A LA TOLERANCIA
1.- Cuando los humanos tienen el defecto de "mirar la pajilla en ojos ajenos..” suelen ser como esos perfeccionistas imperfectos que no toleran la conducta de sus semejantes. La intolerancia es esa incapacidad que tienen ciertas personas para tolerar lo que no sea de su agrado, y suele convertirse en la manía de odiar y rechazar las actitudes de aquellos que no sean compatibles con su forma de ser.
1.1.- La intolerancia es admisible sólo en los deberes del Poder Judicial, de las Fuerzas del orden y de los códigos éticos y morales que tienen la finalidad de prevenir, corregir y reprimir los delitos de la conducta humana.
2.- Ningún ser humano, ninguna organización civil o religiosa, ni siquiera los estados, por muy soberanos que sean tienen derecho a la intolerancia. Sólo las detestables tiranías atropellan los Derechos Universales del Humano, coactando la libertad de albedrío y de autodeterminación del ciudadano para creer lo que quiera, y ser como quiera ser.
2.1.- Separando las acciones represivas contra los que incurren en violación del derecho ajeno, ninguna actitud humana es más intolerable que la intolerancia.
2.1.1.- La intolerancia es como un virus que corroe las relaciones humanas, y es como una perversa maledicencia que provoca conflictos en la convivencia política y religiosa de los pueblos.
3.- Todo ser humano tiene el derecho a la disidencia y a la discrepancia ideológica, sin más deberes que el decoro y la urbanidad para con quienes piensen de manera diferente.
3.1.- Cuando cualquier gobierno tiránico atente contra Los Derechos Humanos, los ciudadanos tienen el derecho a la insurgencia para restablecer los derechos democráticos del pueblo.
4.- La intolerancia se ve reflejada en estúpidas y necias sentencias como las siguientes: “Si no estás conmigo estás contra mí”; “Todo o nada”; “Fuera de la iglesia no hay salvación”; “ Si no crees en mi Dios eres un ateo infiel”; “Si no estás con Jesús estás con el demonio”; “El estado soy yo”; “Si pierdo las elecciones democráticamente, haré oposición para no dejar gobernar al que me ganó”; “Soy demócrata siempre y cuando los demás comulguen con mis ideas”; “Los que tienen un espíritu contrario al nuestro son enemigos peligrosos”; “Yo hago lo que ustedes quieran siempre y cuando hagan ustedes lo que yo quiero”, y otras tantas pérfidas consignas con las que el Gran Engañador ha contaminado la mente y el espíritu de aquellos incautos e ignaros intransigentes que no han comprendido que ni siquiera el mismo Dios atenta contra la libertad de albedrío que mueve nuestras almas.
4.1.- Los derechos de cada individuo terminan donde empiezan los derechos de sus semejantes. Los derechos del Estado terminan donde empiezan los derechos del ciudadano.
5.- La tolerancia es la capacidad de respeto, comprensión y consideración de las opiniones, prácticas y creencias de quienes son diferentes y contrarios a sus formas de ser.
5.1.- La Naturaleza es esa excelsa maestra de la tolerancia de unas formas de vida con respecto a las otras. Es cierto, hay una permanente lucha de los contrarios, pero éstos jamás eliminarán la existencia de sus oponentes, sino que conviven y perviven compitiendo con sus contrarios en una permanente gesta de supervivencia.
5.2.- De alguna manera, en el afán de mejorar y perfeccionar la conducta de los humanos, hemos devenido en cruzadas de salvación, agrediendo y tratando de eliminar por prejuicios a quienes consideramos que tienen diferentes costumbres de las nuestras.
5.3.- Todos somos seres imperfectos. Todos tenemos defectos y cometemos errores. Nos caracterizamos de los demás porque algunos deseamos perfeccionarnos y nos diferenciamos de aquellos otros que se satisfacen con la imperfección. Pero esta voluntad de perfección debe ejercitarse con respeto y tolerancia de las libertades de todos aquellos que quieren de ser como quieran ser. Podemos ser intolerantes para con nosotros mismos, pero no para con los demás.
5.4.- La tolerancia, es una importante cualidad para aprender a convivir con quienes nos rodean, aprendiendo a discernir sobre la diversidad de la naturaleza humana como de todas las cosas de la naturaleza. Para que seamos justos e imparciales, porque en todas las cosas de la vida, desde los factores de la física, la química y la psicología, la tolerancia es el factor que armoniza la existencia con sus oponentes.
6.- La ciencia descubrió que aquellos materiales rígidos que carecen de elasticidad y de flexibilidad no soportan las tensiones y se rompen con suma facilidad.
6.1.- Las relaciones humanas son parecidas al comportamiento de elementos materiales. Se ha comprobado que una relación es más fuerte, cuanto más flexible y elástica es. La rigidez no es fortaleza. Sólo la elasticidad y la flexibilidad determinan la fortaleza y la tolerancia de los seres humanos.
6.2.- El ser humano sólo podrá resistir los retos de la vida con tolerantes actitudes que le permitan sobreponerse a las adversidades y tribulaciones, sin quebrantamientos del ánimo, cediendo y restableciéndose las tensiones cuando se superen las resistencias externas e internas, hasta hacer de la tolerancia su mayor fuerza volitiva.
6.3.- Ser tolerantes es ajustarse a la diversidad de la naturaleza humana. Es convivir armoniosamente con nuestros semejantes a pesar de la multiplicidad de sus creencias y caracteres. Es comprender y amar a Dios personificado en cada ser viviente. Es respetar el libre albedrío de cada ser humano, sin hacer distinción por sus razas, creencias religiosas y políticas ni condiciones sociales o económicas.
6.3.1.- La tolerancia no implica contubernio ni complicidad con quienes tengan costumbres reñidas con la moral, la ética y las buenas costumbres. Debemos erradicar de nuestras costumbres los malos hábitos de censurar y prejuzgar a quienes son iguales a nosotros, con los mismos errores y con la misma ansiedad de superación social y espiritual.
Hermanos, meditemos sobre la intolerancia, porque muchas de nuestras tribulaciones, de nuestros problemas y de nuestros conflictos son consecuencia de esta nefanda actitud irreflexiva que gobierna los sentimientos y actos de quienes aún no aprendieron a ser tolerantes.
Por Shikry Gama
http://perso.wanadoo.es/septrionismo/ToleranciaIntolerancia.htm
Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás,
también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.
Mahatma Gandhi
epsylon235- Miembro estrella
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Fecha de inscripción : 24/10/2010
Algo más sobre la tolerancia.
Querido Epsylon:Quiero aportar mi granito de arena con estos dos escritos sobre la intolerancia que me han parecido interesantes.
Porque hasta Cristo, en un momento cogió un látigo y echó a los mercaderes del templo…. Aunque por lo que Jesús dijo e hizo en el templo fue llevado a la cruz.
Luz, paz y amor…
“Tolerar significa permitir algo que no se tiene por lícito. Es decir, que tolerancia significa permitir lo malo, no aprobarlo como bueno. Cuanto más tolerante soy, más manifiesto que hay realidades perversas en la sociedad. No, yo no quiero ser tolerante. Yo respetaré siempre a las personas, pero no me pidan que respete las ideas que no comparto. Lucharé con mi vida por la verdad y contra el error, aunque me cueste la sangre. Si alguien la quiere, aquí me tiene. 2004.09.02 Roberto de Tapia.
El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de explicar. Aparece como una noción escurridiza que, ya de entrada, presenta dos significados bien distintos: permitir el mal y respetar la diversidad. Su significado clásico ha sido «permitir el mal sin aprobarlo». ¿Qué tipo de mal? El que supone no respetar las reglas de juego que hacen posible la sociedad. Si algunos no respetan esas reglas comunes, la convivencia se deteriora y todos salen perdiendo.
Decidir cuándo y cómo conviene hacer la vista gorda es un arte difícil, que exige conocer a fondo la situación, evaluar lo que está en juego, sopesar los pros y los contras, anticipar las consecuencias, pedir consejo y tomar una decisión. Está en juego el propio prestigio de la autoridad, la posible interpretación de la tolerancia como debilidad o indiferencia, la creación de precedentes peligrosos. Por ello, el ejercicio de la tolerancia se ha considerado siempre como una manifestación muy difícil de prudencia en el arte de gobernar. Marco Aurelio reconoce que recibió de su antecesor, el emperador Antonino Pío, la experiencia para distinguir cuándo hay necesidad de apretar y cuándo de aflojar.
Hay una tolerancia propia del que exige sus derechos. La oposición de Gandhi al gobierno británico de la India no es visceral sino tolerante, fruto de una necesaria prudencia. En sus discursos repetirá incansable que, «dado que el mal sólo se mantiene por la violencia, es necesario abstenernos de toda violencia». Y que, «si respondemos con violencia, nuestros futuros líderes se habrán formado en una escuela de terrorismo». Además, «si respondemos ojo por ojo, lo único que conseguiremos será un país de ciegos».
¿Cuándo se debe tolerar algo? La respuesta genérica es: siempre que, de no hacerlo, se estime que ha de ser peor el remedio que la enfermedad. Se debe permitir un mal cuando se piense que impedirlo provocará un mal mayor o impedirá un bien superior.
Lo que no se puede confundir es la tolerancia (= respecto de las ideas o conductas de otros) con la permisividad (= comulgar con ruedas de molino, aceptar las ideas o las conductas de otros cuando pueden ser dañinas).”
“La tolerancia de los intolerantes...
El maravilloso don de la tolerancia parecería ser uno de esos valores cotizados en la bolsa de la post-modernidad. Vivimos una época en la que el relativismo se nos quiere imponer con una fuerza tan brutal como embrutecedora. La tolerancia, una especie de paradoja, parecería convertirse en un bien absoluto a procurar y defender a toda costa.
En teoría, todo es tolerable, aún cuando en la práctica no toleremos se nos impongan límites a la "libertad". Todo es tolerable, siempre y cuando no critiquemos el mal uso o el abuso de nuestra libertad. Todo es tolerable, salvo aquello que los tolerantes no están muy dispuestos a tolerar.
No es tolerable el orden, la autoridad, la jerarquía, ni nada que ponga obstáculos a la famosa "libertad". Todos gritamos a coro que tenemos que defender la "libertad"; y olvidamos que ésta, para ser verdadera, debe estar cimentada en la Verdad, y ordenada únicamente al Bien. No son tolerables las críticas al laicismo. Los "intelectuales" liberales, los ateos, los gnósticos y los anticristianos de cualquier clase, se han confabulado para imponer el relativismo moral en la educación, rebajando la verdad en nombre de una falsa libertad.
No es tolerable decir que las mayorías se pueden equivocar. La democracia, con sus virtudes, tiene también sus defectos y puede por ello, ser mal utilizada. Hoy la mayoría dice que hay que aumentar los salarios y mañana, al cambiar las circunstancias, la mayoría dice que nuestras empresas no pueden pagarlos. ¿Cuál de las dos mayorías tiene razón? Claro, cuando la solución de los problemas se reduce a aumentar y bajar lo que sea, todas las opciones son factibles. Pero cuando hablamos de leyes contra el aborto y otras aberraciones que atentan contra la vida, la familia, el bienestar psicológico de nuestros hijos, el problema no se ve con tanta claridad: la democracia puede ser utilizada en contra de la verdad. Pero esto no se puede mencionar sin ser tildado de radical o fascista, porque es sencillamente intolerable.
No es tolerable que los niños y adolescentes sean educados por sus padres en los valores que éstos a su vez recibieron de sus padres. No es tolerable, y se nos impone un modelo de conducta liberal desde todo tipo de instituciones, incluso desde aquellas donde acudimos buscando apoyo frente a la avalancha mediática. El que lea que entienda. La información sobre métodos artificiales para combatir el SIDA y evitar los embarazos indeseados, es abrumadora. Los métodos supuestamente naturales -que aparte de no ser para nada seguros, implican cambios en la conducta- no se mencionan, tal vez porque el principal interés de los ecologistas, es “salvar a las ballenas”.
No es tolerable que alguien exprese un pensamiento opuesto a lo "social o políticamente correcto": quien lo haga, se le trata de intolerante, anticuado, pasado, conservador, anacrónico, fundamentalista, retrógrado, y otros motes cuyo objeto es denigrar a la persona. Cuando se carece de argumentos sólidos para contra-atacar las ideas, se ataca a las personas que expresan las ideas.
No es tolerable que quien piense distinto, lo diga públicamente. Sólo los tolerantes pueden expresar sus pensamientos a través de los medios, que siempre están a su mejor disposición, aún aquellos considerados como "buenos". Critican violentamente a quien no guarda sus discrepancias para consumo interno, el ámbito privado de su conciencia. No sea que esto influya negativamente en el "nuevo orden mundial y la nueva era", que intentan construir, sobre el gelatinoso cimiento de una falsa tolerancia.
No es tolerable la austeridad. Es mal visto oponerse al consumismo y a la posesión desenfrenada de bienes materiales, o al experimento de los placeres diversos. ¿Cómo es posible que alguien prefiera tener un hijo más, en lugar de una casa o un carro mejor? ¿Cómo es posible que alguien piense en trabajar voluntariamente para otros, cuando trabajando por dinero obtenemos más confort personal, "comprar la felicidad"?
No es tolerable que critiquemos el aborto: las madres tienen "derecho" sobre su propio cuerpo, y hemos que respetarlas. Cuando invocamos los derechos del embrión, para quitarle su debida protección legal negamos su condición humana, aún comprobado científicamente que la vida comienza desde el mismo momento de la concepción. Cuando destrozamos los argumentos “pro-choice” por la vía científica, acuden a la conciencia, el "mal menor", y a todo tipo de argumentos que de racionales no tienen nada: no importa, la verdad es un valor sacrificable en nombre de la tolerancia….
No es tolerable, por parte de los directivos de los medios de comunicación social, que se publique la foto de un niño no-nacido tomando con su pequeñita mano el dedo del médico que opera a su madre. Tampoco informan sobre el escándalo que desató la prohibición de publicar esa fotografía y los juicios que se sucedieron; mientras tanto, dedican buena parte de su tiempo a llenar páginas con noticias intrascendentes….
No es tolerable que quienes deban decir la verdad por oficio, la digan con claridad. Se les presiona para que "doren la píldora"; sucumbiendo ante la tentación de que la opinión pública les de palmadas en los hombros. Pero aún quedan algunos “bravos” que no callan "ni que les vengan degollando". A estos valientes, que dicen la verdad pese a quien pese y duela a quien duela, los calumnian, los difaman, los ensucian, tergiversando sus dichos; todo, con el único objetivo de silenciar la verdad….
No es tolerable practicar el cristianismo ni construir Iglesias y Catedrales en algunos países del mundo: a los cristianos se les persigue donde quiera, se les encarcela y se les mata, como en los buenos tiempos de Diocleciano. Mientras tanto, no faltan quienes, en nombre de la tolerancia, festejan la erección de sinagogas, mezquitas y templos orientales en países tradicionalmente cristianos. Sólo las agencias católicas hablan de estos hechos. Curiosamente, se tolera que no se reclame un trato más humanitario para los palestinos de parte de los israelitas. Si alguien se atreve a decir algo corre el riesgo de ser acusado de antisemita. Los medios de comunicación social eluden el tema, y los palestinos son sistemáticamente silenciados, ya que hay quienes no saben delimitar la religión de la política….
No es tolerable que la gente no sea "tolerante", entendiendo la tolerancia como la pasiva aprobación o resignación de cuanta aberración ética, moral o social se le pueda ocurrir al ingenio humano. No es tolerable que juzguemos, no a los individuos, sino a las mismas ideas que orientan nuestra conducta: no es tolerable la verdad….
La tolerancia de los intolerantes, es fruto de la extrema intolerancia de los supuestos tolerantes. Porque quienes somos acusados de tal cosa, hemos cedido terreno sin preocuparnos de enfrentarnos en el plano ideológico, donde con la verdad, la razón y el apoyo de la ciencia y la historia, tenemos todas las de ganar. Pero nos hemos dormido en nuestros laureles por temor al qué dirán, por temor a no ser verdaderamente "progresistas y reformistas".Es hora de redoblar nuestros esfuerzos, es hora de trabajar con mayor fortaleza y paciencia, en la erradicación de la mayor hipocresía de la Historia, ante la cual palidece el mal ejemplo farisaico; buscando por todos los medios, devolver a la tolerancia, tanto su verdadero significado, como su verdadero lugar en la escala de valores de la sociedad…..
Porque hasta Cristo, en un momento cogió un látigo y echó a los mercaderes del templo…. Aunque por lo que Jesús dijo e hizo en el templo fue llevado a la cruz.
Luz, paz y amor…
“Tolerar significa permitir algo que no se tiene por lícito. Es decir, que tolerancia significa permitir lo malo, no aprobarlo como bueno. Cuanto más tolerante soy, más manifiesto que hay realidades perversas en la sociedad. No, yo no quiero ser tolerante. Yo respetaré siempre a las personas, pero no me pidan que respete las ideas que no comparto. Lucharé con mi vida por la verdad y contra el error, aunque me cueste la sangre. Si alguien la quiere, aquí me tiene. 2004.09.02 Roberto de Tapia.
El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de explicar. Aparece como una noción escurridiza que, ya de entrada, presenta dos significados bien distintos: permitir el mal y respetar la diversidad. Su significado clásico ha sido «permitir el mal sin aprobarlo». ¿Qué tipo de mal? El que supone no respetar las reglas de juego que hacen posible la sociedad. Si algunos no respetan esas reglas comunes, la convivencia se deteriora y todos salen perdiendo.
Decidir cuándo y cómo conviene hacer la vista gorda es un arte difícil, que exige conocer a fondo la situación, evaluar lo que está en juego, sopesar los pros y los contras, anticipar las consecuencias, pedir consejo y tomar una decisión. Está en juego el propio prestigio de la autoridad, la posible interpretación de la tolerancia como debilidad o indiferencia, la creación de precedentes peligrosos. Por ello, el ejercicio de la tolerancia se ha considerado siempre como una manifestación muy difícil de prudencia en el arte de gobernar. Marco Aurelio reconoce que recibió de su antecesor, el emperador Antonino Pío, la experiencia para distinguir cuándo hay necesidad de apretar y cuándo de aflojar.
Hay una tolerancia propia del que exige sus derechos. La oposición de Gandhi al gobierno británico de la India no es visceral sino tolerante, fruto de una necesaria prudencia. En sus discursos repetirá incansable que, «dado que el mal sólo se mantiene por la violencia, es necesario abstenernos de toda violencia». Y que, «si respondemos con violencia, nuestros futuros líderes se habrán formado en una escuela de terrorismo». Además, «si respondemos ojo por ojo, lo único que conseguiremos será un país de ciegos».
¿Cuándo se debe tolerar algo? La respuesta genérica es: siempre que, de no hacerlo, se estime que ha de ser peor el remedio que la enfermedad. Se debe permitir un mal cuando se piense que impedirlo provocará un mal mayor o impedirá un bien superior.
Lo que no se puede confundir es la tolerancia (= respecto de las ideas o conductas de otros) con la permisividad (= comulgar con ruedas de molino, aceptar las ideas o las conductas de otros cuando pueden ser dañinas).”
“La tolerancia de los intolerantes...
El maravilloso don de la tolerancia parecería ser uno de esos valores cotizados en la bolsa de la post-modernidad. Vivimos una época en la que el relativismo se nos quiere imponer con una fuerza tan brutal como embrutecedora. La tolerancia, una especie de paradoja, parecería convertirse en un bien absoluto a procurar y defender a toda costa.
En teoría, todo es tolerable, aún cuando en la práctica no toleremos se nos impongan límites a la "libertad". Todo es tolerable, siempre y cuando no critiquemos el mal uso o el abuso de nuestra libertad. Todo es tolerable, salvo aquello que los tolerantes no están muy dispuestos a tolerar.
No es tolerable el orden, la autoridad, la jerarquía, ni nada que ponga obstáculos a la famosa "libertad". Todos gritamos a coro que tenemos que defender la "libertad"; y olvidamos que ésta, para ser verdadera, debe estar cimentada en la Verdad, y ordenada únicamente al Bien. No son tolerables las críticas al laicismo. Los "intelectuales" liberales, los ateos, los gnósticos y los anticristianos de cualquier clase, se han confabulado para imponer el relativismo moral en la educación, rebajando la verdad en nombre de una falsa libertad.
No es tolerable decir que las mayorías se pueden equivocar. La democracia, con sus virtudes, tiene también sus defectos y puede por ello, ser mal utilizada. Hoy la mayoría dice que hay que aumentar los salarios y mañana, al cambiar las circunstancias, la mayoría dice que nuestras empresas no pueden pagarlos. ¿Cuál de las dos mayorías tiene razón? Claro, cuando la solución de los problemas se reduce a aumentar y bajar lo que sea, todas las opciones son factibles. Pero cuando hablamos de leyes contra el aborto y otras aberraciones que atentan contra la vida, la familia, el bienestar psicológico de nuestros hijos, el problema no se ve con tanta claridad: la democracia puede ser utilizada en contra de la verdad. Pero esto no se puede mencionar sin ser tildado de radical o fascista, porque es sencillamente intolerable.
No es tolerable que los niños y adolescentes sean educados por sus padres en los valores que éstos a su vez recibieron de sus padres. No es tolerable, y se nos impone un modelo de conducta liberal desde todo tipo de instituciones, incluso desde aquellas donde acudimos buscando apoyo frente a la avalancha mediática. El que lea que entienda. La información sobre métodos artificiales para combatir el SIDA y evitar los embarazos indeseados, es abrumadora. Los métodos supuestamente naturales -que aparte de no ser para nada seguros, implican cambios en la conducta- no se mencionan, tal vez porque el principal interés de los ecologistas, es “salvar a las ballenas”.
No es tolerable que alguien exprese un pensamiento opuesto a lo "social o políticamente correcto": quien lo haga, se le trata de intolerante, anticuado, pasado, conservador, anacrónico, fundamentalista, retrógrado, y otros motes cuyo objeto es denigrar a la persona. Cuando se carece de argumentos sólidos para contra-atacar las ideas, se ataca a las personas que expresan las ideas.
No es tolerable que quien piense distinto, lo diga públicamente. Sólo los tolerantes pueden expresar sus pensamientos a través de los medios, que siempre están a su mejor disposición, aún aquellos considerados como "buenos". Critican violentamente a quien no guarda sus discrepancias para consumo interno, el ámbito privado de su conciencia. No sea que esto influya negativamente en el "nuevo orden mundial y la nueva era", que intentan construir, sobre el gelatinoso cimiento de una falsa tolerancia.
No es tolerable la austeridad. Es mal visto oponerse al consumismo y a la posesión desenfrenada de bienes materiales, o al experimento de los placeres diversos. ¿Cómo es posible que alguien prefiera tener un hijo más, en lugar de una casa o un carro mejor? ¿Cómo es posible que alguien piense en trabajar voluntariamente para otros, cuando trabajando por dinero obtenemos más confort personal, "comprar la felicidad"?
No es tolerable que critiquemos el aborto: las madres tienen "derecho" sobre su propio cuerpo, y hemos que respetarlas. Cuando invocamos los derechos del embrión, para quitarle su debida protección legal negamos su condición humana, aún comprobado científicamente que la vida comienza desde el mismo momento de la concepción. Cuando destrozamos los argumentos “pro-choice” por la vía científica, acuden a la conciencia, el "mal menor", y a todo tipo de argumentos que de racionales no tienen nada: no importa, la verdad es un valor sacrificable en nombre de la tolerancia….
No es tolerable, por parte de los directivos de los medios de comunicación social, que se publique la foto de un niño no-nacido tomando con su pequeñita mano el dedo del médico que opera a su madre. Tampoco informan sobre el escándalo que desató la prohibición de publicar esa fotografía y los juicios que se sucedieron; mientras tanto, dedican buena parte de su tiempo a llenar páginas con noticias intrascendentes….
No es tolerable que quienes deban decir la verdad por oficio, la digan con claridad. Se les presiona para que "doren la píldora"; sucumbiendo ante la tentación de que la opinión pública les de palmadas en los hombros. Pero aún quedan algunos “bravos” que no callan "ni que les vengan degollando". A estos valientes, que dicen la verdad pese a quien pese y duela a quien duela, los calumnian, los difaman, los ensucian, tergiversando sus dichos; todo, con el único objetivo de silenciar la verdad….
No es tolerable practicar el cristianismo ni construir Iglesias y Catedrales en algunos países del mundo: a los cristianos se les persigue donde quiera, se les encarcela y se les mata, como en los buenos tiempos de Diocleciano. Mientras tanto, no faltan quienes, en nombre de la tolerancia, festejan la erección de sinagogas, mezquitas y templos orientales en países tradicionalmente cristianos. Sólo las agencias católicas hablan de estos hechos. Curiosamente, se tolera que no se reclame un trato más humanitario para los palestinos de parte de los israelitas. Si alguien se atreve a decir algo corre el riesgo de ser acusado de antisemita. Los medios de comunicación social eluden el tema, y los palestinos son sistemáticamente silenciados, ya que hay quienes no saben delimitar la religión de la política….
No es tolerable que la gente no sea "tolerante", entendiendo la tolerancia como la pasiva aprobación o resignación de cuanta aberración ética, moral o social se le pueda ocurrir al ingenio humano. No es tolerable que juzguemos, no a los individuos, sino a las mismas ideas que orientan nuestra conducta: no es tolerable la verdad….
La tolerancia de los intolerantes, es fruto de la extrema intolerancia de los supuestos tolerantes. Porque quienes somos acusados de tal cosa, hemos cedido terreno sin preocuparnos de enfrentarnos en el plano ideológico, donde con la verdad, la razón y el apoyo de la ciencia y la historia, tenemos todas las de ganar. Pero nos hemos dormido en nuestros laureles por temor al qué dirán, por temor a no ser verdaderamente "progresistas y reformistas".Es hora de redoblar nuestros esfuerzos, es hora de trabajar con mayor fortaleza y paciencia, en la erradicación de la mayor hipocresía de la Historia, ante la cual palidece el mal ejemplo farisaico; buscando por todos los medios, devolver a la tolerancia, tanto su verdadero significado, como su verdadero lugar en la escala de valores de la sociedad…..
gopegi- Cantidad de envíos : 10
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Fecha de inscripción : 13/12/2011
Re: LA INTOLERANCIA A LA TOLERANCIA
René González de la Vega
¿Debemos tolerar a los intolerantes?
El Sol de México
Es una de las preguntas más recurrentes de la filosofía moral y política. Lo que los filósofos se preguntan es si en realidad para distinguirse como un individuo tolerante, hay que serlo incluso frente aquellos que no lo son, frente aquellos que se brincan las barreras de lo razonable y quieren, a toda costa, imponer su forma de pensar o de vivir; su forma de ver el mundo.
La pregunta es genuina. No debemos rechazarla de inmediato. Al contrario, pienso que es una de esas preguntas que merecen, cuando menos, dos minutos de nuestra reflexión. Quien es considerado como una persona tolerante, ¿debe tolerarlo todo? La respuesta sensata es, por supuesto, no. Una persona tolerante no debe ni puede tolerarlo todo. Sobre todo si no quiere caer en la tolerancia boba; en la tolerancia insensata; en una tolerancia que por carecer de límites termina negándose a sí misma. Para que la tolerancia cobre sentido, tiene necesariamente que distinguir entre lo que es tolerable y lo que no lo es.
Nótese que la pregunta se la hace quien tiene, o aspira a tener, la disposición moral de ser tolerante. La pregunta es propia de quien cree en la posibilidad de detener la fuerza de alguna de sus creencias que ve afectada por algo, y que, en principio, piensa que ese "algo" es desagradable. Y no sólo eso. Además, se lo pregunta sobre los actos de alguien que no está dispuesto a tolerar. Esto es, sobre alguien que no está dispuesto a cubrir ni la más mínima cuota de reciprocidad.
La semana pasada el cardenal Sandoval Íñiguez me recordó que es posible cambiar el sentido de la pregunta. Después de sus declaraciones homofóbicas, de sus insultos y acusaciones a funcionarios de nuestro supremo tribunal y al Jefe de Gobierno capitalino, el Cardenal lamentó "que al manifestar estos conceptos en la opinión pública existan quienes recriminen y amenacen alertando la intolerancia, cuando la tolerancia es la posibilidad de que todos expresemos nuestra opinión y posiciones" (El Universal, 18 de agosto). Sus declaraciones hacen que la pregunta tome otro sentido: ¿Puede el intolerante exigir que sus intolerancias sean toleradas?
Sospecho que, como en el caso anterior, la respuesta no es sencilla. Me parece que hay casos en los que un intolerante sí puede exigir ser tolerado. Pienso en casos en los que la intolerancia está justificada; es razonable. Se trata de una intolerancia que procura ofrecer razones para que todos, independientemente de sus creencias más arraigadas, estén dispuestos a aceptar la validez del reclamo. Casos como, por ejemplo, el "Nunca más" pregonado por Ernesto Sábato (y otros) ante las atrocidades cometidas por la Junta Militar argentina. O la dramática acusación que hizo Goya cuando tituló una de sus obras "Yo lo vi", cuadro que plastifica a una mujer que trata de salvar a su hija de entre una escena bélicamente sangrienta. Estos son gritos de furia ante actos que, sin duda, son intolerables. Intolerancias que, por las razones que ofrecen, pretenden y pueden ser aceptadas por todos. Al menos ofrecen razones que son accesibles a cualquier persona, sin importar su credo, religión o ideología.
Por ello, el caso del Cardenal no se ubica bajo estas coordenadas. Está lejos de asimilarse a esta clase de actos. Su problema se ubica en el polo opuesto de los anteriores. Lo envuelve un elemento propio de la fe católica, que por su mandato de fe, no permite que se vea con claridad. Me refiero a la intransferibilidad de la fe religiosa. Dice Ernesto Garzón: "lo intransferible es incomunicable y, por lo tanto, sólo imponible por un acto de voluntad que prescinde del recurso a razones accesibles (que no es lo mismo que compartibles), que puedan ser entendidas y utilizadas también por quienes no comparten la misma fe". En otras palabras, su intolerancia hacia la homosexualidad sólo puede ser entendida y compartida por quien sujeta los mismos grados de dogmatismo religioso que él. Como no todos caemos en esas características y, por lo tanto, no aceptamos sus razones, sólo se puede responder: "No Cardenal. No vamos a tolerar sus intolerancias".
epsylon235- Miembro estrella
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Re: LA INTOLERANCIA A LA TOLERANCIA
He aquí el quid de la cuestión... me gusta, epsy,epsylon235 escribió:
Quien es considerado como una persona tolerante, ¿debe tolerarlo todo? La respuesta sensata es, por supuesto, no. Una persona tolerante no debe ni puede tolerarlo todo. Sobre todo si no quiere caer en la tolerancia boba; en la tolerancia insensata; en una tolerancia que por carecer de límites termina negándose a sí misma. Para que la tolerancia cobre sentido, tiene necesariamente que distinguir entre lo que es tolerable y lo que no lo es.
Sin embargo, me planteo otra pregunta... ¿quién, moral, etica, política o socialmente, está autorizado/capacitado para marcar esos límites? ¿o cada cuál puede pautar los suyos? Debo pensarlo detenidamente...
Success- miembro junior
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Re: LA INTOLERANCIA A LA TOLERANCIA
Success escribió:He aquí el quid de la cuestión... me gusta, epsy,epsylon235 escribió:
Quien es considerado como una persona tolerante, ¿debe tolerarlo todo? La respuesta sensata es, por supuesto, no. Una persona tolerante no debe ni puede tolerarlo todo. Sobre todo si no quiere caer en la tolerancia boba; en la tolerancia insensata; en una tolerancia que por carecer de límites termina negándose a sí misma. Para que la tolerancia cobre sentido, tiene necesariamente que distinguir entre lo que es tolerable y lo que no lo es.
Sin embargo, me planteo otra pregunta... ¿quién, moral, etica, política o socialmente, está autorizado/capacitado para marcar esos límites? ¿o cada cuál puede pautar los suyos? Debo pensarlo detenidamente...
Linda Success...éticamente nadie...absolutamente nadie ...impúdicamente hablando, es dueño y señor...de la vida...acciones...y libre albeldrío de su prójimo...en definitiva a pesar de su super yo...en síntesis es un ser íntimamente devaluado, un proscripto de si mismo...definitivamente un dictadorzuelo de opereta... pero eso si...mejor perderlo...que encontrarlo...
epsylon235- Miembro estrella
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Re: LA INTOLERANCIA A LA TOLERANCIA
gopegi...excelente aportación...
epsylon235- Miembro estrella
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TOLERANCIA E INTOLERANCIA
Me alegro de haber aportado algo positivo sobre este tema.
gopegi- Cantidad de envíos : 10
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Mar Mar 29, 2022 6:18 pm por lmjm
» la angustia me invade
Mar Mar 29, 2022 6:16 pm por lmjm
» ABANDONO LA BÚSQUEDA
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