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El camino de la enfermedad.
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El camino de la enfermedad.
Quien halle un sentido y un significado en la aparición de un tumor canceroso también encontrará la manera de curarlo.
La causa última del cáncer es el miedo: el miedo a no ser totalmente capaz, el miedo a la pérdida, el miedo a ser herido, el miedo a amar, el miedo al desengaño, , el miedo al éxito, el miedo al dracaso, el miedo a morir y el miedo a la vida y a la existencia. Cada uno de estos temores no es más que una derivación del miedo a lo desconocido.
El miedo a lo desconocido no es un objeto material del cual uno pueda desprenderse cuando quiera. Lo normal es manifestar que se tiene miedo de algo, y las expectativas negativas son profecías cuyo enunciado acarrea su propio cumplimiento, de modo que cuando se cumplen, pueden hacernos creer que habrían ocurrido de todos modos, como si uno no hubiese tenido opción de evitarlas. Sin embargo, siempre tenemos una alternativa. Aunque a menudo nosotros mismos creamos lo que tememos a través de la programación subconsciente, con la misma facilidad podemos cambiar el programa y crear lo que amamos.
Para curar el cáncer, primero debemos ser conscientes en lo mas profuno de nuestro ser que el cuerpo no es capaz de hacernos daño alguno. Por consiguiente, no hace falta que le tengamos miedo. Con los ojos de la aceptación seremos capaces de ver toda situación negativa en la vida, como la aparición de un tumor canceroso, desde un ángulo positivo. Este cambio de perspectiva en nuestro interior disipa inmediatamente el miedo a lo desconocido. Una vez aceptamos una herida o una enfermedad como algo que puede beneficiarnos, como por ejemplo reforzarnos en un aspecto de nuestra vida en la que hasta ahora nos hemos sentido débiles, incompetentes o temerosos, empezaremos a conectar con ella. Esta conexión con el "problema", entonces, permite que la energia y la emoción invadan la herida o la enfermedad y destruyan las barreras emocionales que obstaculazan la curación espontanea.
Es por tanto que la curación no puede producirse si nos falta la fuerza de la vida. La vitalidad no está disponible cuando uno está "ausente", cuando uno se distancia de su cuerpo y de su apuro o enfermedad. Nos distanciamos del propio cuerpo cuando percibimos o imaginamos que se vuelve contra nosotros o incluso trata de matarnos. Siempre que temamos a nuestro cuerpo trataremos de protegernos de él o de enfrentarnos a él. En cualquier caso, ese fuerte sentimiento de alineación del cuerpo absorve la fuerza vital y la extrae de todas las celulas del cuerpo. Estas se disponen entonces a protegerse o a enfrentarse ( la respuesta de "ataque" o "huída"). De este modo se desgasta su energia vital, lo que les pimpide crecer, curarse y regenerarse.
Los tumores de cualquier clase son manifestaciones directas del miedo. El miedo es sinónimo de distanciamiento y protección. Las células tumorales no están satisfechas con su nuevo estado, pero nuestra resistencia a ellas hace que se mantengan en este estado. Se curan espontáneamente cuando desaparece nuestra resistencia y uno es capaz de sustituirla por aceptación y, sí, por amor.
Cuando uno acepta/abraza conscientemente a lo que o a quien se resiste en su vida ( lo cual no es mas que una imagen especular de uno mismo), no sólo perderá el miedo, sino que las celulas de su organismo podran volver a su estado de crecimiento natural equilibrado. El crecimiento equilibrado siempre comporta la homeostasis o buena salud. Limpiar, mimar y alimentar el cuerpo son actos de aceptación de la responsabilidad por lo que le ocurre a uno mismo y le devuelven la plena propiedad sobre el cuerpo. Resituar el poder allí donde le corresponde y dejar las muletas externas son actos fundamentales para curarse uno mismo, es decir, curar el propio cuerpo, la propia mente y las propias emociones.
La causa última del cáncer es el miedo: el miedo a no ser totalmente capaz, el miedo a la pérdida, el miedo a ser herido, el miedo a amar, el miedo al desengaño, , el miedo al éxito, el miedo al dracaso, el miedo a morir y el miedo a la vida y a la existencia. Cada uno de estos temores no es más que una derivación del miedo a lo desconocido.
El miedo a lo desconocido no es un objeto material del cual uno pueda desprenderse cuando quiera. Lo normal es manifestar que se tiene miedo de algo, y las expectativas negativas son profecías cuyo enunciado acarrea su propio cumplimiento, de modo que cuando se cumplen, pueden hacernos creer que habrían ocurrido de todos modos, como si uno no hubiese tenido opción de evitarlas. Sin embargo, siempre tenemos una alternativa. Aunque a menudo nosotros mismos creamos lo que tememos a través de la programación subconsciente, con la misma facilidad podemos cambiar el programa y crear lo que amamos.
Para curar el cáncer, primero debemos ser conscientes en lo mas profuno de nuestro ser que el cuerpo no es capaz de hacernos daño alguno. Por consiguiente, no hace falta que le tengamos miedo. Con los ojos de la aceptación seremos capaces de ver toda situación negativa en la vida, como la aparición de un tumor canceroso, desde un ángulo positivo. Este cambio de perspectiva en nuestro interior disipa inmediatamente el miedo a lo desconocido. Una vez aceptamos una herida o una enfermedad como algo que puede beneficiarnos, como por ejemplo reforzarnos en un aspecto de nuestra vida en la que hasta ahora nos hemos sentido débiles, incompetentes o temerosos, empezaremos a conectar con ella. Esta conexión con el "problema", entonces, permite que la energia y la emoción invadan la herida o la enfermedad y destruyan las barreras emocionales que obstaculazan la curación espontanea.
Es por tanto que la curación no puede producirse si nos falta la fuerza de la vida. La vitalidad no está disponible cuando uno está "ausente", cuando uno se distancia de su cuerpo y de su apuro o enfermedad. Nos distanciamos del propio cuerpo cuando percibimos o imaginamos que se vuelve contra nosotros o incluso trata de matarnos. Siempre que temamos a nuestro cuerpo trataremos de protegernos de él o de enfrentarnos a él. En cualquier caso, ese fuerte sentimiento de alineación del cuerpo absorve la fuerza vital y la extrae de todas las celulas del cuerpo. Estas se disponen entonces a protegerse o a enfrentarse ( la respuesta de "ataque" o "huída"). De este modo se desgasta su energia vital, lo que les pimpide crecer, curarse y regenerarse.
Los tumores de cualquier clase son manifestaciones directas del miedo. El miedo es sinónimo de distanciamiento y protección. Las células tumorales no están satisfechas con su nuevo estado, pero nuestra resistencia a ellas hace que se mantengan en este estado. Se curan espontáneamente cuando desaparece nuestra resistencia y uno es capaz de sustituirla por aceptación y, sí, por amor.
Cuando uno acepta/abraza conscientemente a lo que o a quien se resiste en su vida ( lo cual no es mas que una imagen especular de uno mismo), no sólo perderá el miedo, sino que las celulas de su organismo podran volver a su estado de crecimiento natural equilibrado. El crecimiento equilibrado siempre comporta la homeostasis o buena salud. Limpiar, mimar y alimentar el cuerpo son actos de aceptación de la responsabilidad por lo que le ocurre a uno mismo y le devuelven la plena propiedad sobre el cuerpo. Resituar el poder allí donde le corresponde y dejar las muletas externas son actos fundamentales para curarse uno mismo, es decir, curar el propio cuerpo, la propia mente y las propias emociones.
fikfak- Miembro Experto
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Re: El camino de la enfermedad.
El poder de las ideas, sentimientos y emociones es muchas veces mayor de l oque puede ser cualquier influencia física. Sí, se puede tener un tumor en el pecho o el cerebro, pero aun así uno sigue siendo mas poderoso y determinante que el tumor. En efecto, la propia energía del miedo o de la resistencia lo ha creado y lo mantiene, pero del mismo modo que uno alimenta el tumor, la propia energía de amor y aceptación puede deshacer sus cimientos y acabar con él. No caigamos en la trampa de creer que el cuerpo nos causa problemas que no podemos curar. La teoría de que el cáncer es una enfermedad fatal que tiene una fuente de energía ajena a uno mosmo no es mas que una creencia inculcada, y ya sabemos que las creencias modelan la realidad. Nuestro organismo no tiene poder para causarnos ningún problema; al contrario, siempre está al tanto para resolver los problemas del mejor modo posible, en circunstancias concretas.
Nosotros mismos somos los que creamos nuestras circunstancias. Nosotros mismos hemos de decidir cada mañana, cuando nos despertamos, si vamos a pasar el dia enumerando las dificultade que tenemos con las partes del cuerpo que ya no funcionan como es debido, o estar agradecidos por las que sí funcionan. Lo mismo se puede aplicar a cualquier otro problema de nuestra vida. Está en cada uno la opción de regar las raíces de una planta marchita o lamentarse de que se le caigan las hojas.
Uno puede hacer muchisimas cosas para autocurarse en las que nunca antes había pensado. Hay que mostrar al cuerpo que no se le teme. Deben ponerse ambas manos sobre el órgano o la glándula enferma. Hay que agradecer a las celulas cancerosas la preciosa labor que han hecho por nosotros. Hay que agradecer a todas las células que le hayan mantenido a uno vivo a pesar de las toxinas y la congestión. Debe infundirseles la vitalidad interna apreciandolas y aceptandolas de nuevo en su conciencia y en su presencia. Como han demostrado los estudios realizados por cientificos rusos, el ADN de nuestras células nos escucha del mismo modo que nosotros escuchamos a alguien cuando nos habla. El cuerpo funciona en primer lugar por vibraciones. Al expresar nuestra gratitud a las células del cuerpo y a lo que la vida nos ofrece generamos una de las vibraciones mas potentes que podemos producir. La energía de la gratitud vuelve a conectarnos realmente con todo aquello de lo que nos hemos ido distanciando. Esto hace que la gratitud sea el mayor secreto de la curación y un requisito esencial para que se produzca.
Con una actitud distinta, más afectuosa y compasiva respecto a las células cancerosas, que siguen siendo células del propio cuerpo, uno puede empezar a curar las causas físicas y no físicas del cáncer. Ello será una prueba fehaciente de que el cáncer no es una enfermedad.
Nosotros mismos somos los que creamos nuestras circunstancias. Nosotros mismos hemos de decidir cada mañana, cuando nos despertamos, si vamos a pasar el dia enumerando las dificultade que tenemos con las partes del cuerpo que ya no funcionan como es debido, o estar agradecidos por las que sí funcionan. Lo mismo se puede aplicar a cualquier otro problema de nuestra vida. Está en cada uno la opción de regar las raíces de una planta marchita o lamentarse de que se le caigan las hojas.
Uno puede hacer muchisimas cosas para autocurarse en las que nunca antes había pensado. Hay que mostrar al cuerpo que no se le teme. Deben ponerse ambas manos sobre el órgano o la glándula enferma. Hay que agradecer a las celulas cancerosas la preciosa labor que han hecho por nosotros. Hay que agradecer a todas las células que le hayan mantenido a uno vivo a pesar de las toxinas y la congestión. Debe infundirseles la vitalidad interna apreciandolas y aceptandolas de nuevo en su conciencia y en su presencia. Como han demostrado los estudios realizados por cientificos rusos, el ADN de nuestras células nos escucha del mismo modo que nosotros escuchamos a alguien cuando nos habla. El cuerpo funciona en primer lugar por vibraciones. Al expresar nuestra gratitud a las células del cuerpo y a lo que la vida nos ofrece generamos una de las vibraciones mas potentes que podemos producir. La energía de la gratitud vuelve a conectarnos realmente con todo aquello de lo que nos hemos ido distanciando. Esto hace que la gratitud sea el mayor secreto de la curación y un requisito esencial para que se produzca.
Con una actitud distinta, más afectuosa y compasiva respecto a las células cancerosas, que siguen siendo células del propio cuerpo, uno puede empezar a curar las causas físicas y no físicas del cáncer. Ello será una prueba fehaciente de que el cáncer no es una enfermedad.
fikfak- Miembro Experto
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Re: El camino de la enfermedad.
Podemos dejar de alimentar nuestra enfermedad
FikFak
Tenemos una increíble tendencia a alimentar nuestras enfermedades en forma tan inconsciente, que nos resulta casi imposible advertir cuando lo estamos haciendo. Esta actitud nos parece tan inofensiva y tan normal, que no advertimos el juego en que nos involucramos voluntariamente. Es muy común escucharnos decir algunas frases como: todos los años me resfrió, con este frio seguro que me enfermo, esta es mi enfermedad, me siento pésimo con esta enfermedad, estoy muy enfermo, me siento tan mal y tantas otras.
Es evidente que cuando enfermamos es necesario situarse en el presente y aceptar que estamos enfermos. Reconocer nuestra dolencia es el primer paso a nuestra recuperación de la salud, especialmente si esa enfermedad tiene cierta gravedad. Sin embargo, luego del primer paso de reconocer su presencia, podemos disponernos a revertir la situación cuando deseemos. Nadie nos obliga a sanarnos, como nadie nos obligó a enfermarnos. Esto puede ser un proceso muy inconsciente, pero nadie nos ha obligado a transitarlo.
Recuperar la salud es una decisión voluntaria y personal. Siempre se va a necesitar que el enfermo tenga la voluntad para recuperarse, aunque se trate de un niño. Un niño es un alma que tiene muchos años de existencia como cualquier adulto y en sus niveles superiores puede elegir no recuperarse, tal cual lo puede hacer un adulto. Si ésta es su elección, seguramente tiene otros planes para su evolución y no se recuperará aunque exista un gran equipo médico asistiéndolo. Nuestro Padre respeta y honra la decisión que tomemos, sin importar la que sea.
Si existe la voluntad de sanar, los medios para esa recuperación aparecerán. Sin embargo, a veces nuestra decisión de sanar es ambigua o poco decidida, digamos que le falta energía a nuestro deseo. Es así como saboteamos nuestra recuperación haciendo que nuestra enfermedad pueda acompañarnos por mucho tiempo, a veces muchos años. Dudamos de nuestra capacidad de elección, dudamos de la colaboración de nuestro Padre, dudamos de que seamos merecedores de la sanación, dudamos que nuestra enfermedad se pueda ir como por arte de magia. Muchas veces ni siquiera nos podemos imaginar cómo sería nuestra vida sin esa enfermedad.
La duda nos hace pasear por el fin de la enfermedad y la creación de la enfermedad. Por ratos nos sanamos y por ratos seguimos igual, haciendo que nuestra enfermedad se quede estable en ciertos niveles, generando en nosotros y en nuestro medico, la tranquilidad y la certeza de que la tenemos al menos bajo control. Si no existiera la duda en nosotros, la enfermedad llegaría a su fin de inmediato.
Es muy común que por ratos tengamos sinceros deseos de sanarnos y que en otros momentos alimentemos nuestra enfermedad sin darnos cuenta. He visto como nuestro Ser Superior se ríe a carcajadas de nosotros cuando hacemos esto (él todo lo disfruta). Estando a solas nos damos anergia y entusiasmo, tomamos los medicamentos, hacemos la terapia, oramos, meditamos y luego, al encontrarnos con algún amigo volvemos a decirles: “estoy enfermo de esto”, volviendo a punto cero nuestra recuperación. Es muy importante recordar que todo lo que decretemos es lo que vamos a experimentar.
Para recuperarnos de una enfermedad, es necesario comprender que ella nos vino a visitar para darnos algún mensaje. Podemos darle las gracias y reconocer que estamos dispuestos a ver y a escuchar lo que ella nos quiere comunicar y decirle que ya se puede comenzar a retirar. Desde ese momento podemos decretar que cada día nos sentimos mejor, que cada momento es una oportunidad para restablecer la normalidad, que todo se está moviendo y movilizando en nuestro interior para alcanzar la sanación y podemos estar agradecidos de poder acceder a esa posibilidad. Decretar que cada día nos estamos sintiendo mejor es de clave en la recuperación. Si nos instalamos en esa posición las 24 hrs del día nos recuperamos sin excepción. Y si tuviéramos una fe tan pequeña como un grano de mostaza, podríamos sanar de inmediato.
Todo lo que vamos decretando en cada instante es lo que se va manifestando en nuestra vida. Si por ratos nos sentimos muy enfermos y hacemos que los demás lo sepan y les hablamos de lo mal que lo estamos pasando, es porque estamos recreando y alimentando nuestra enfermedad. Evidentemente no se trata de negarla, pero se trata de dejar de darle más energía para que ella siga creyendo que está siendo muy bienvenida y que no es necesario que se retire.
Nuestras creencias, nuestras ideas y sentimientos pueden hacer que nuestra enfermedad sea una gran invitada muy bien recibida que no desea irse de nuestro lado o pueden hacer que ella se debilite hasta desaparecer. Maldecirla y exigirle que se vaya tampoco es el camino, porque mientras más la odiemos, mas se alimentará de nuestras energías. Ella es la portadora de un mensaje que podemos agradecer y dejar ir a la mensajera en paz cuando así lo decidamos.
Patricia González
epsylon235- Miembro estrella
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Re: El camino de la enfermedad.
EPSYLON!!
fikfak- Miembro Experto
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Re: El camino de la enfermedad.
Hace falta tener mucho valor, así como confianza en uno mismo, en la sabiduria innata del cuerpo y en la naturaleza, para curarse de lo que sólo uno se puede curar.
fikfak- Miembro Experto
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